Ese día Nohora llegó 6 minutos antes de lo requerido, al solicitar la cita le indicaron que debía estar 15 minutos antes y debía solicitar un turno. Así lo hizo, en el monitor los turnos se movian muy lentamente, debía ser atendida a las 6:43 am. Después de esperar casi una hora, llamaron su turno.
Esa misma semana había iniciado la auditoría externa, enviada por la Secretaría de Salud del Tolima. Uno de ellos temas auditados era los tiempos de demoras en la atención a los usuarios. Era demasiado tiempo perdido, dijo: uno de los auditores, que estaba auditando la atención a través de las cámaras de vigilancia del centro de médico.
Con base en esa evidencia, los auditores ampliaron la revisión y revisaron con más detalle lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo era posible que los usuarios teniendo citas programadas perduran tanto tiempo?
La situación se volvió más aterradora cuando uno de los matemáticos contratados por la auditoría estableció que por cada mil usuarios atendidos en una hora en el centro médico, los usuarios perdían 383 horas.
El informe fue contundente, eso no debía estar ocurriendo, y fueron reemplazados varios de los responsables de atención a los usuarios.
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