El fuerte ruido del trueno despertó a Simón; la obscuridad lo dejó atónito. Sentía que todo era extraño, nunca había estado en un lugar tan obscuro, era una casa con puertas y ventanas de madera sin vidrios; no recordaba ni el olor ni el silencio del lugar.
Trató de bajarse de la cama, pero no pudo, se confundi mucho más. Simón había cumplido hacia poco 8 años y no entendía porque estaba en el piso sobre un colchón. Mientras caminaba, gateando en la obscuridad, buscando a la mamá, lo detuvo el golpe contra la cama. En la cama se encontraba Lizeth la prima de su mamá, una negra campesina que vivía en Venecia.
Simón había viajado por unos días con su abuela, su mamá y hermanos. Simón y su familia vivían en Silvania y visitaban a Lizeth en vacaciones. Ese día Simón se había quedado con la prima de su mamá porque estaba muy cansado y no quiso viajar a Cabrera a visitar a otros familiares. El último bus que viajaba de Cabrera a Fusagasugá no pudo viajar y su familia tuvo que quedarse en Cabrera ese día.
Lizeth era una negra bastante fuerte y de cuerpo firme, sus senos también eran firmes como naranjas y sus caderas atraían hasta las miradas de las mujeres; acostumbraba dormir casi desnuda, solo dormía con tangas, ese día tenia una tanga de encaje rosada que dejaba traslucir el vello púbico. En ese momento Lizeth tampoco recordaba que Simón estaba en el cuarto de ella, el ruido del trueno también la despertó.
Cuando Simón se golpeo contra la cama, Lizeth recordó que el niño estaba durmiendo en un colchón. Lo buscó con las manos en la oscuridad y lo ayudó a subir a la cama mientras le decía: amor no te asustes estás con tú prima Lizeth. Simón se encontraba en pantaloncillos, lo acercó a su cálido cuerpo mientras lo abrazaba y le daba besos que lo tranquilizaban. Desde ese día, cuando Simón iba a visitar a Lizeth, dormía con Ella.
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