Después del fuerte temblor el Alcalde ordeno la inspección de las construcciones. Una de las obras reportada por tener daños estructurales fue uno de los mausoleos de cementerio de la ciudad. Se decidió que el mausoleo debía ser demolido y construir uno nuevo. Se dispuso de un lugar provisional para los cadáveres que se encontraban en el mausoleo. El día del traslado algo inusual ocurrió, en uno de los ataúdes no se encontró el cadáver sino unos huesos amontonados que por parecían habían sido cocinados. Tras el reporte a las autoridades se iniciaron las inspecciones para realizar las investigaciones. El mismo día en que se reporto lo sucedido el sepulturero que lleva más de veinte años trabajando en el cementerio huyo. Quienes conocían al sepulturero indicaron que era de muy pocos amigos, parecía un ermitaño y las personas que más lo conocían eran los empleados de las funerarias.
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