Las ardillas afrancesadas ni eran afrancesadas ni eran francesas. Eran unas ardillas que vivían en una finca de Silvania – Cundinamarca, llamada: El totumo. En esa finca, también vivían algunos osos perezosos y varios tipos de aves. La finca estaba dedicada al cultivo del café, y Silvania tenía pocos años de ser fundada como municipio.
El apelativo de ardillas afrancesadas, les fue dado cuando el hijo de don Mario, invitó a una francesa llamada Odette a la finca en unas vacaciones. Jorge había conocido a Odette estudiando Derecho en Francia.
Una de las condiciones de Odette, a Jorge, para viajar a Colombia fue que debía mantener uvas en la casa, pues ella había sido criada en un viñedo francés, donde aprendió a degustar uvas, y le gustaba saborearlas entre comidas.
Aunque, en aquella época de vacaciones, en que Odette estuvo en Silvania, era muy difícil conseguir uvas, Jorge se las ingenió para mantener uvas en la casa, durante el mes de vacaciones.
El apelativo de afrancesadas, que le dieron a las ardillas, ocurrió un día en que Marcela (la señora que estaba contratada para las labores domésticas), muy enojada por el continuo desorden que hacían las ardillas por comerse las uvas, que dejaba Odette en el comedor del quiosco, gritó: que si esas ardillas afrancesadas seguían haciendo desorden en la casa, ella prefería renunciar.
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